Cada uno de nosotros somos los que decidimos el rumbo de nuestra vida. Y cuando queremos que las promesas de Dios se cumplan en nosotros, debemos ser consientes que el único camino es el sacrificio.
Sacrificio es poner la vida en la total dependencia de Dios, y es por esa actitud que Él actúa en la vida de quien sacrifica.
Dios no mira las apariencias de nadie, lo que Él mira es el interior, la actitud de fe, la confianza que las personas muestran en Su Palabra. Aquellos que creen, se lanzan en la Palabra de Dios, conquistan y cambian de vida.
Así sucedió cuando Dios sacó a Su pueblo de Egipto. Él había prometido al pueblo que ellos entrarían en la Tierra Prometida, que era la tierra de Canaán, lugar donde fluía, leche y miel.
Moisés envió a 12 espías para mirar la tierra, pero 10 de ellos solo miraron las dificultades, miraron para el sacrificio que tendrían que hacer, que era desalojar a los enemigos que habitaban aquella tierra. Al ver que los enemigos eran descendientes de los gigantes, tuvieron miedo. Aquellos 10 hombres no confiaron más en la Promesa de Dios y hablaron para Moisés solo palabras negativas, palabra de derrota.
Pero, Josué y Caleb, 2 de los 12 espías, no miraron para las dificultades, regresaron indignado con la situación y diciendo que ellos conquistarían aquella tierra, que Dios les daría la victoria. Josué y Caleb tenían un espíritu diferente, superior y estaban dispuestos a todo para conquistar lo que Dios había prometido que sería de ellos. (Números 13:1-33).
Mientras el pueblo prefirió escuchar la voz de la duda, solo Josué y Caleb se dispusieron a conquistar la Tierra Prometida, ellos se lanzaron confiando en la Promesa de Dios, por lo tanto ellos entraron, vencieron a los enemigos y conquistaron. (Números 14:22-30).
Hay muchas personas dentro de la iglesia, pero no son todas las que logran conquistar, no son todas las dan testimonio y que permanecen firmes; porque no son todas las que están dispuestas a enfrentar sus problemas, a confiar en las promesas de Dios y a sacrificar para Él.
Si usted ha tomado la decisión de glorificar a Dios con su vida y encaminarse a conquistar Sus promesas, el único camino es el sacrificio. Esto le traerá la certeza de la victoria y consecuentemente la realización de sus sueños.
Dios los bendiga.
Obispo Paulo Roberto