“Económicamente tenía una vida muy limitada, a pesar de ser un profesional percibía una entrada muy baja para mantener a mi familia. Esto me causaba estrés y problemas de salud, además que la situación se tornaba difícil y esta situación se reflejaba en mi relación matrimonial. A mis hijas en varias ocasiones le faltan las cosas necesarias, tenía que endeudarme para poder comprar los alimentos para mi familia, todo era un caos.
Llego a la Iglesia Universal, junto con mi esposa y comenzamos a participar en el Progreso Económico. Comenzamos a colocar en práctica cada uno de los consejos que íbamos recibiendo y dejando en la manos de Dios las cargas que teníamos. Luchando y perseverando las puertas fueron abiertas. Hoy tengo un local propio donde establecí mi negocio, tengo mi propio auto nuevo, mi familia ya no pasa necesidades, pues Dios nos bendijo grandiosamente”. Finaliza el Señor Pérez.